Los que ya vamos teniendo una
edad, recordamos con cariño aquel episodio del el Hombre y la Tierra en el
que nuestro querido Félix Rodríguez de la Fuente hizo aquel experimento con
Gaspar, un alimoche extraído de un nido y criado en cautividad, no teniendo por
ello la oportunidad de migrar a África evitando así que tuviera contacto con
sus congéneres africanos, aprendiendo así las técnicas utilizadas por estos,
desde hace milenios de utilizar piedras como herramientas para romper los huevos de avestruz. Demostrando con ello, que se trataba de un comportamiento de origen
genético, no aprendido, trasmitido de padres a hijos durante generaciones. Cierto es que en algún momento de la evolución de la especie, hace
posiblemente miles de años los primeros alimoches transmitirían este
aprendizaje a sus descendientes hasta el punto de convertirse en algo
congénito, demostrando con esto que los alimoches tienen memoria
genética.
De aquel capitulo que tanto nos
fascinó, siempre me venía a la cabeza si algún día tendría la oportunidad de
observar en vivo en plan naturaleza, como un alimoche rompía un huevo de
avestruz para alimentarse de su contenido.
Pues bien, 40 años después se nos
presentó la ocasión de revivir en directo esas espectaculares escenas.
Gracias a la colaboración del
hide La Cañada de Monfragüe y a los amigos Lola López y Sito Mur, viajamos
hasta Extremadura con tres huevos de avestruz, (huevos reales, que hoy día no
resulta complicado adquirir en cualquier granja dedicada a la cría de
avestruces).
En los días previos, siempre te
asaltan dudas..., ¿vendrán?, ¿prestaran atención los alimoches a los huevos de
avestruz?
Para ello había que facilitarles
las cosas. Ponerlos en un lugar visible, que llamara la atención de estos
rápidamente, también colocarlos en un lugar estable para evitar que rodaran
ladera abajo. Alrededor de los huevos dispuse unas cuantas piedras de distintos
tamaños y formas, para que ellos dispusieran las más adecuadas para la tarea.
¿El resto de la historia?, aquí
lo tenéis en imágenes.
PINCHA EN LAS IMAGENES PARA VERLAS A MAYOR TAMAÑO
Como se puede observar en esta toma, la técnica no consiste en dejar caer la piedra, si no que la impulsa con fuerza con la parte superior del pico.
|
¡¡IMPACTO!! |
Como casi siempre, los primeros
en llegar, los milanos y los cuervos, seguidos por los buitres y después los
alimoches. Tuvimos cinco alimoches en el lugar de diferentes edades, por
supuesto todos habían viajado a África… pero no se trataba de eso.
|
Teníamos miedo que los buitres dieran al traste con la operación, de hecho hicieron rodar algún huevo. Demostraron mucha curiosidad, saben que lo que se halla en su interior es comestible, pero como acceder a el, es cosa de los alimoches. |
|
|
Otro tanto ocurria con los milanos negros. |
|
Este alimoche trata de utilizar una piedra demasiado pequeña |
|
En este caso la piedra es tan grande que apenas puede levantarla del suelo.
Este joven, tantea el huevo, sabe de que va la cosa, pero no llegó ni siquiera a coger una piedra para tratar de romperlo.
Algunas veces tantean el huevo con una de sus patas antes de lanzarle la piedra, parece como si trataran de calcular distancias.
Nuevamente podemos observar en esta toma el impulso que aplican a la piedra con la parte superior del pico.
Una vez abierto un pequeño agujero, utiliza su pico para agrandarlo.
¡¡Por fin.....a comer!!
¡¡OTRO CERTERO IMPACTO!!
Una vez abierto el huevo, los alimoches comparten sin ningún problema...hay para todos.
Cuando los alimoches se sacian, los milanos también se aprovechan del trabajo de otros.
Conclusiones:
Como ya demostró Félix en su día,
quedo claro que esta técnica la llevan implícita en sus genes y todos, con
mayor o menor acierto, mostraron esa conducta.
Pero si pude sacar algunas
conclusiones que me llamaron mucho la atención:
A
pesar de que todos nacen con ese instinto, no todos demostraron la misma
destreza a la hora de llevarla a cabo. Entiendo que deben perfeccionarla
mediante la práctica, y supongo que también observando a sus compañeros o
progenitores más expertos que ellos. Esta falta de destreza consistía entre
otras, en no elegir la piedra adecuada, o bien, esta era demasiado pequeña para
romper el huevo, o demasiado pesada para levantarla con el pico.
Falta
de puntería a la hora de impactar con ella en el huevo. Puesto que no consiste
en dejarla caer, sino que deben impulsarla con fuerza con la parte superior del
pico, para que sea capaz de romper la dura cascara de un huevo de avestruz.
Alguno de los alimoches lanzaba piedras incluso teniendo el huevo a más de
medio metro de su posición.
Por otra parte, al menos dos
alimoches me sorprendieron por su extrema habilidad:
Al
llegar a las proximidades del huevo en cuestión, escogen la piedra idónea a la
primera, sin titubeos en cuanto a la que mejor cumplirá su objetivo.
Estos
alimoches expertos, lanzan la piedra con fuerza contra el huevo con una enorme
precisión, prácticamente no fallaban en ninguno de sus lanzamientos.
Y
lo que no me esperaba y me sorprendió sobremanera, es que no necesitaban más de
dos o como mucho tres impactos para abrir un agujero en la cascara, por donde
introducen el pico y van arrancando más trozos de esta, hasta que el agujero es
lo suficientemente amplio para introducir el pico completamente y extraer su
contenido.
¡¡PREMIO!!
Esta rapaz de mediano tamaño que antaño habitaba todos los rincones de
la geografía española y que en las últimas décadas ha sufrido uno de los
retrocesos más alarmantes, colocándole en una peligrosa situación y
todo porque debido a su particular forma de alimentarse, es
especialmente sensible a la colocación de venenos, que aún se siguen
sembrando en nuestros campos por parte de verdaderos criminales, así
como las incomprensibles políticas europeas de no permitir abandonar los
cadáveres en el campo, como se hizo toda la vida, para que nuestras
carroñeras cumplan la función para que se especializaron desde lo más
remoto de los tiempos.
|
|