Amigo Balto, hoy tu corta vida llegó a su fin. Quien me lo
iba a decir que cuando hice esta foto el pasado sábado solo te quedaban unas
horas de vida.
Compañero infatigable de correrías por la montaña, siempre
estabas dispuesto a la hora que fuera del día o de la noche.
Fiel a tu familia, guardián inquebrantable de nuestra casa y
defensor de los tuyos hasta el extremo. ¡Qué
paradoja!, que esta haya sido la causa de que hoy ya no estés con nosotros.
No entendiste que en el mundo de los humanos todos estamos
sometidos a unas reglas de juego, a unas normas, a una disciplina. Aunque estoy
convencido que fuimos nosotros los que no supimos o no fuimos capaces de enseñarte.
De domesticar ese alma salvaje, por tus venas corría mucha sangre de lobo.
Desde muy pequeñito tuviste que batallar con muchos reveses
que te dio la vida. Fuerte como ningún otro, venciste a la enfermedad y aún con tus achaques
siempre estabas dispuesto al juego, a tus baños en el río, pues te encantaba el
agua y no dudabas en lanzarte a ella incluso en pleno invierno.
Pero el desenlace que el destino te guardó para hoy 31 de
agosto de 2015 se escapaba a tu control, no podías hacer nada, solo mirar con
los ojos llorosos y si hubieras podido hablar seguramente habrías preguntado ¿por
qué?.
No sé si existirá un cielo perruno, pero si lo hay espero
que puedas ver el vacío que has dejado en casa y sobre todo que sepas
perdonarnos.