Antonio Hernández Robles

Quiero agradeceros tanto a los seguidores como a los visitantes el que encontréis este Blog, como una forma de disfrutar del trabajo de campo que lleva a cabo este humilde fotógrafo y naturalista, con ello pretendo mostrar la Vida Salvaje y la Naturaleza que nos rodea, para así aprender a conocerla y a quererla, siendo este medio una manera de acercarnos a ella desde el punto de vista del naturalista, fotógrafo y amante del mundo animal.

Espero que disfrutéis y agradezco mucho la visita y los comentarios que algunos dedicáis a este trabajo.

Gracias.

jueves, 9 de enero de 2014

AMOR TEMPRANERO EN EL REINO DE LA GRAN MONTAÑA




Como fotógrafo de Naturaleza, siempre tengo dentro de mi cabeza captar esos momentos únicos e irrepetibles de la vida más íntima de las especies. Momentos  que muy poca gente a podido observar y menos captar con su cámara.
            Son muchísimos los días, de muchos años e innumerables las horas que he pasado dentro de mi hide, observando y fotografiando a las águilas reales. No hace falta decir que es mi ave favorita, quizá influenciado por el hecho de que donde vivo, habiten varias parejas relativamente cerca.
            Pocos animales poseen el porte, la fuerza, sus hiper-desarrollados sentidos y un comportamiento tan esquivo ante la presencia humana, que cada jornada fotográfica se convierte en un reto personal.
            Por estos y otros motivos, mientras tenga fuerzas para subir a la montaña cargado como una mula y se me acelere el corazón cada vez que se planten delante de mí, seguiré compartiendo con ellas muchos días de mi vida.
            Uno de estos momentos, como es la cópula de la pareja, es algo que siempre tenía en mi cabeza y como digo antes, fruto de tantas horas e interminables días, esto tenía que llegar. Pero esto no es producto de la casualidad, hay que hacer las cosas muy bien, para que un animal tan receloso, tenga la confianza necesaria para dedicarte uno de los instantes más íntimos de su vida.
Pero cuando llegó el momento, como dicen en mi pueblo, “me han pillado en bragas”, y es que un día dos de enero de 2014, ni por asomo esperaba que ya estuvieran en celo. Todas las observaciones de cópulas y vuelos nupciales que he presenciado hasta hoy a larga distancia, con telescopio y prismáticos, habían ocurrido ya muy adelantado el mes de enero y durante todo el mes de febrero, incluso primeros días de marzo, cuando tienen lugar la mayoría de las puestas.
            Con esta idea tenía montado el 500 mm. realizando unos planos ajustaditos de la hembra, cuando ocurrió….
            De repente todo el cuadro se llenó de aves y de plumas y entre la excitación de las águilas y la mía propia, me resultaba muy difícil no mutilarles alguna parte del cuerpo. Si a esto sumamos que tenía la cámara en tiro a tiro, (soy fotógrafo a la antigua usanza y no me gusta ametrallar a los animales con interminables ráfagas para luego pasar horas en el ordenador tirando fotos a la papelera), la cosa se complicó un poco más  todavía.
            Pero que nadie piense que me siento frustrado o deprimido por no haber tenido montado el zoom en aquel momento, sino todo lo contrario, estoy feliz, ahí está el momento tantas veces soñado y ahí están las fotos para la posteridad. Probablemente no sean premiadas en ningún concurso de fotografía, pero el que me hayan regalado este momento inolvidable de su biología, sabiendo que muchos de los que veáis estas fotografías y yo mismo, durante toda nuestra vida, tenemos muy pocas probabilidades de volver a presenciar algo así, ya es suficiente premio para mi.



En esta toma, la hembra ya sabe lo que se le viene encima, yo ni me imagino lo que está a punto de ocurrir

A77, 500 mm. exposición 1/160 en F/4.5, ISO: 800









La escasa luz hizo que tuviera que tirar de isos altos y bajas velocidades de obturación