El sol va descendiendo lentamente
por el horizonte, mientras yo, me apresuro a recorrer la senda que me llevará al
frondoso bosque junto al pequeño arroyo, donde espero como cada noche, acudas sin falta a nuestra cita.
A la espalda llevo mi pesada mochila con todo el material necesario para
grabar tu imagen. Trípodes, flashes, cámara, baterías, disparadores remotos, barrera IR.
y un largo etc, que hacen que al bajar
la escarpada ladera, las asas de la mochila se vayan clavando en mis hombros
como si de un nudo corredizo que se va apretando cada vez más se tratara. Pero no puedo parar, el tiempo
apremia.
Voy montando todo el equipo meticulosamente. Nada puede fallar,
compruebo de nuevo la iluminación, enfoque, encuadre, conexiones; mientras la
oscuridad va devorando los últimos rayos
de luz que se filtran entre los pinos.
Llegan los nervios, no he terminado y quizá tú, ya estés desperezándote
en tu cubil.
Una última comprobación, ningún flash falla, la barrera funciona
correctamente, la cámara está preparada. Me marcho apresurado mientras el día exhala su último aliento, en el tiempo que tardo en recorrer la senda de vuelta.
No quiero que me veas pero seguro que ya andarás cerca.
Voy repasando mentalmente todo el montaje, los parámetros de la cámara, cables, disparadores, ¡Seguro que olvidé algo!, pero ya no hay vuelta atrás.
No quiero que me veas pero seguro que ya andarás cerca.
Voy repasando mentalmente todo el montaje, los parámetros de la cámara, cables, disparadores, ¡Seguro que olvidé algo!, pero ya no hay vuelta atrás.
Llegó tu hora, yo no puedo hacer nada más, solo esperar.
Las horas pasan lentamente, la noche se me hace eterna, hasta que por fin un tenue rayo de luz se filtra por
la rendija de mi ventana.
No hay tiempo que perder, hay que dejarlo todo como estaba, antes de que los humanos transiten por la zona perturbando la suave tranquilidad del amanecer con sus algarabías, ruido de motores y demás instrumentos para su diversión.
No hay tiempo que perder, hay que dejarlo todo como estaba, antes de que los humanos transiten por la zona perturbando la suave tranquilidad del amanecer con sus algarabías, ruido de motores y demás instrumentos para su diversión.
Conforme voy llegando al lugar, mi corazón se acelera. Repaso las
imágenes captadas por la cámara y si...., estás ahí, ¡que bonita!, como cada noche no has faltado
a nuestro virtual encuentro.
Posiblemente solo te veré de está manera, a través de una imagen digital
generada por mis aparatos electrónicos, salvo alguna noche que esperando agazapada mi marcha, el relucir de tus ojos te delató. Pude verte entre
penumbras como me observabas, para poco después, deslizar tu esbelta silueta
pausadamente alrededor del tronco de un gran pino, hasta que por último, tu rayada
cola desaparecía en la espesura.
Estamos condenados a no encontrarnos, cual hechizo de magia negra tu
reinas en las sombras, mientras yo necesito claridad para caminar.
Me marcho a casa contento, otra noche más has sido generosa conmigo, después de unos cuantos años en los que solo durante unos pocos segundos en la noche cerrada pude tenerte cerca, sigues siendo fiel a nuestra cita diaria. Mañana cuando el día llegue a su fin y el reino de las sombras te haga despertar, te prometo que volveré.
Me marcho a casa contento, otra noche más has sido generosa conmigo, después de unos cuantos años en los que solo durante unos pocos segundos en la noche cerrada pude tenerte cerca, sigues siendo fiel a nuestra cita diaria. Mañana cuando el día llegue a su fin y el reino de las sombras te haga despertar, te prometo que volveré.
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